

Todo tiene una razón
Todo tiene una razón. Aunque no sea fácil distinguirla, siempre nuestras conductas están determinadas por causas en el pasado. Y las consecuencias pueden hacernos bien o dañarnos en el presente. Podemos tomar cualquier ejemplo, tanto a nivel global como individual. Si observamos la respuesta de nuestro organismo ante una situación de estrés que genera ansiedad, notamos que se dilatan las pupilas (para que entre más luz y poder defendernos mejor) se acelera el ritmo cardíaco (