Cuántas veces te despertaste angustiado después de una pesadilla? ¿Nunca sentiste miedo por algo que, finalmente, ¿nunca pasó? Aunque parezca difícil de creer, muchas veces las emociones son las mismas ante un hecho real o imaginario. Si lo pensamos, nos damos cuenta que podemos sentir pánico ante un estruendo o, simplemente, por algo que creemos que puede llegar a pasar. Sabiendo cuan "irreales" pueden llegar a ser, el gran desafío es navegar por nuestras emociones disfrutando de ellas cuando nos hacen bien pero sin darle demasiada importancia cuando nos hacen mal.El psicólogo estadounidense Richard Lazarus fue un pionero en el estudio de las emociones y abrió un camino para profundizar en lo que él llamaba el matrimonio entre la emoción y el pensamiento. A pesar de haber varios enfoques, lo que no hay duda es que ambos se relacionan e influencian mutuamente. Porque cada emoción, además de involucrar lo fisiológico (por ejemplo, en el caso del miedo, se acelera el ritmo cardiaco y se dilatan las pupilas, entre otras cosas) incluyen lo cognitivo (el proceso que hace que la valoremos y llamemos de determinada manera a lo que sentimos) y, como resultado, siempre generan una conducta (siguiendo con el ejemplo del miedo,el patrón de conducta habitualante algo que nos asusta esescaparnos o paralizarnos).Como seres humanos, esto nos favorece; gracias a las emociones, nos adaptamos y enfrentamos lo que vivimos. Sin embargo, a veces lo que sentimos no es lo que "necesitamos sentir" y, siesa emoción no es "funcional", sería bueno revisarla, pensarla y aprender a conocerla para, de esa manera, poder "accionar" ante un hecho y no "reaccionar" dejándonos dominar por la sinrazón visceral. Sería algo así como romper con condicionamientos pasados. Porque siempre hay una razón para que valoremos la situación de determinada manera: si hubo una persona agresiva en nuestro entorno familiar, es posible que el enojo nos haya servido para defendernos y alejarnos de esa agresión. Pero sólo cuando sabemos reconocer para qué nos sirvió o en qué nos benefició ese enfado, podemos evitarlo en otras circunstancias parecidas. Y así lograremos no andar enojados por la vida ante la mínima agresión recibida. En cambio, cuando nos quedamos pegados a viejas emociones que ya noson útiles, éstas se convierten en dañinas y nos atormentan. Algo que nos puede ayudar es saber que todo, absolutamente todo lo que vivimos, se percibe con una carga emocional construida en experiencias anteriores. Entonces, la idea sería romper con el condicionamiento del pasado. En ese sentido, es importante entender que las emociones son valoraciones subjetivas que a veces dependen menos del estímulo en sí que de nuestra mirada, para animarnos amodificarlascon la confianza enque es posible aprender a generar emociones positivas y, de esta manera, construir un mundo más parecido al que queremos, tanto en la realidad como en nuestros sueños.