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Dejar de tropezar


La frase atribuida al filósofo presocrático Anaxágoras “Si me engañas una vez, tuya es la culpa; si me engañas dos, es mía” me remite a otra famosa y popular expresión que dice “El ser humano es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra”. Sostenidas desde antaño, podríamos decir que Freud las fundamentó al enunciar el concepto de la compulsión a la repetición a principios del Siglo XX.

Más allá de ser enunciadas desde refranes populares o estudiadas desde teorías psicológicas, lo cierto es que, cuando comenzamos a entender que nuestra estructura hace que ciertas tendencias nos llevan a reincidir en conductas o hábitos que nos hacen “tropezar” con lo mismo aunque sea doloroso y nos haga sufrir, podemos emprender el camino de “ver” con más claridad e intentar tomar las riendas del guión de nuestra vida.

Al no percibir esta tendencia humana a repetir en el ahora cuestiones del pasado, podemos caer en sentirnos víctimas de circunstancias como “siempre encuentro amigos que me desvalorizan y maltratan” o “cada vez que estoy por concretar un negocio algo pasa y no logro cerrarlo” o “todos los hombres (mujeres) son iguales, tengo mala suerte en el amor”. Instalada en la creencia de “siempre me pasa” la persona se ubica ajena a la situación y busca alternativas para romper el círculo de lo que siente como mala suerte. Las alternativas pueden ser limpiezas energéticas, ejercicios rápidos que lleven a cambiar la fortuna y apartarse de las desgracias, o decenas de talleres con diferentes enfoques y disparadores para aliviarnos de los infortunios que la vida nos presenta…

Sin embargo, si de verdad estamos necesitando algún cambio en nuestra “suerte”, no hay nada como sentirse parte de la misma, decidir ser protagonista y ver estas señales que nos hacen caer tantas veces en la misma trampa. Disponernos con honestidad a sentir cómo la realidad es leida por nosotros mismos y poder hacemos cargo de nuestras elecciones, nuestras respuestas y nuestro enfoque hacia lo que nos pasa. Aunque no sea fácil reconocer el por qué de algunos “destinos repetidos” en nuestra historia –repetimos como mecanismo inconciente- lo bueno es reconocer patrones y hábitos e intentar cambiarlos. Si después de tropezarnos varias veces con la misma piedra podermos darnos cuenta de que en el camino de la vida las piedras tienen diferentes usos y hasta pueden esquivarse, es señal de que estamos sanos.

Los avances en psicología han sido muchos, sin embargo la psiquis sigue presentando grandes misterios a develar. Como la voz del inconciente que, en palabras de Freud “es muy sutil pero no descansa hasta ser escuchada”. Cuanto antes escuchemos esa voz, nuestra voz, antes dejaremos descansar el mecanismo que nos interpela en cada repetición.


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