Estamos a pocos días de las fiestas. Hay muchísimas maneras de celebrar la nochebuena, la Navidad, la nochevieja y el comienzo del año; pero hay algo que tenemos en común en esta época y es que a casi todos nos invita, en algún momento de estos días, a hacer un balance del 2014 y a revisar la lista de pendientes y renovarla para el 2015.
Hay una conocida frase que dice “el hombre repite o evoluciona” y, en ese sentido, la invitación sería hacer el balance y renovar la lista desde un lugar diferente de nosotros mismos para poder avanzar en nuestro camino.
¿Cómo? En primer lugar, en cuanto al balance, mirar lo que el 2014 nos trajo desde tres perspectivas que nos liberan y ayudan a estar en paz: la gratitud, el perdón y la aceptación. Detenernos a pensar qué tenemos para agradecer a este año que está llegando a su final es honrar a quienes nos acompañaron: agradecer a los amigos, la familia, los colaboradores. Agradecer también a miles de desconocidos: no llegamos solos hasta aquí, ni yo estaría escribiendo ni ustedes leyendo si no hubiera una red de personas detrás de este simple hecho que lo hicieran posible. Agradecer también a las situaciones, a las experiencias, intentando integrar lo que nos llenó de felicidad y lo doloroso también, siempre habrá una enseñanza o un crecimiento, aunque ahora tal vez no podamos verlo.
En segundo lugar mirar con los ojos del perdón. No es fácil pero sí posible. Hacernos daño lamentablemente también es parte de la vida y, mientras nosotros tenemos cosas que perdonar, seguramente habrá personas dolidas que tendrán que perdonarnos a nosotros. Tal vez sin ni siquiera saber que hemos causado alguna herida. Por supuesto el primer perdón es hacia uno mismo, lograr liberarnos de la actitud hostil y crítica hacia nosotros mismos. El psicólogo y maestro de meditación Juan Manzanera dice “el enfado es considerado como un incendio que arrasa en unas horas un bosque que ha tardado décadas en formarse”. El perdón es el camino para apagar ese fuego que nos destruye y nos conduce a cerrar un año en paz y liberarnos de pesadas cargas.
Por último, la aceptación es lo que nos lleva a mirar el año con la liviandad de que todo lo que fue tuvo que ser. Nada que ver con resignarse. Simplemente aceptar que lo que pasó no se puede modificar. Aceptar es eso: reconocer lo que no podemos cambiar y, desde ese lugar, activar lo que SI está en nuestras manos. Aceptar es un paso primordial para accionar. Y accionar es lo que necesitamos para empezar este año con esperanzas renovadas.
Elijamos qué hacer y cómo actuar de ahora en adelante después de mirar con ese cristal al 2014. Desde ahí, podremos hacer una lista para el 2015 que se ajuste a nuestras posibilidades; sin exigirnos de más para no frustrarnos luego. Cosas pequeñas, sencillas, cosas que sepamos que vamos a disfrutar y que van a ser beneficiosas para nosotros y para quienes nos rodean y queremos. Nada faraónico… Pequeños sueños que podamos visualizar y hacerlos nuestros. Para aumentar cada año la lista de cosas que tengamos que agradecer. Brindo porque así sea.