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Aceptando al olmo si peras ni peros

El olmo es un árbol que puede llegar a tener hasta 30 metros de altura, según de cuál de sus 204 especies se trate, es capaz de aliviar el calor del verano con su sombra, es uno de los árboles que esparce más rápida y eficazmente sus frutos, y hasta inspiró la conmovedora poesía de Antonio Machado "A un Olmo seco"... Y nosotros, los humanos, ¿somos capaces de pedirle peras al olmo? ... ¿No será esta una de las "raíces" más importantes de nuestros problemas? ¿No será que buscar las peras en el olmo nos lleva a perdernos e irnos por las "ramas" y no ver lo que la realidad nos está ofreciendo? ¿No será que cambiando esta actitud podemos honrar la vida desde un lugar más libre y con un corazón más dispuesto a disfrutar?

¿Y si nos detenemos a mirar el olmo y lo aceptamos así, tal cual es? La aceptación no es pasividad, no es resignación. La aceptación es recibir la realidad, sin esperar otra cosa porque, además de ser imposible que lo que es se convierta en lo que no es; oponernos a aceptar lo que se presenta lleva implícito un desgaste de energía de la mente, que se traduce en un malestar en el cuerpo y en el alma. La no aceptación nos rigidiza de una manera tal, que hasta el dolor crónico se hace más severo. Por eso hay abordajes terapéuticos que se incluyen, por ejemplo, en las llamadas terapias de tercera generación que nos enseñan, incluso, a aceptar el dolor físico como primera manera de suavizarlo y así, lograr una convivencia más amable. Si esto es posible, la invitación podemos extenderla a todas nuestras “rigideces” y “dolores psíquicos” que hacen que nos obsesionemos en pedir a los demás, a nuestra familia, a nuestros padres e hijos, a nuestra pareja, a nuestros amigos, a nuestro trabajo, algo distinto de lo que son y de lo que pueden dar, la invitación es también hacia nosotros mismos, para no exigirnos dar lo que no somos ni sentimos. Y también podemos abrazar desde esta mirada a nuestro propio pasado, aceptándolo compasivamente y como fue, porque es quien nos trajo hasta aquí y sin él no cabe duda que no hubiéramos llegado…

En su libro ¿Dónde están las monedas? el psicólogo catalán, director del Institut Gestalt de Barcelona, Joan Garriga Bacardí se pregunta y nos pregunta: “¿quiénes somos nosotros para no aceptar algo que la vida ha determinado? La vida impone su realidad y nosotros, a lo sumo, podemos desgañitarnos en balde gritando que debería haber sido diferente, pero así sólo perderemos nuestra energía”.

La invitación, en definitiva, es recibir cada día disponiéndonos a contactar con las cosas como son y, si es necesario, modificar nuestra mirada y nuestra relación con el contexto y con la experiencia, para no perdernos la vida como es ni las virtudes de nada ni nadie; ni siquiera del olmo, este árbol robusto pero sin pretensiones de ser otra cosa que lo que es.

Cronista-2013-11-29-Olmo.jpg


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