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La Tentación de la Manzana

“Hemos dejado de nacer en casa, hemos dejado de morir en casa y, en poco tiempo, dejaremos de ser concebidos en casa” señala Laura Gutman en su libro Crianza a propósito del exponencial crecimiento que ha tenido en los últimos años la medicina reproductiva. Y es muy cierto, las costumbres van cambiando al ritmo de los avances tecnológicos y los cambios culturales. Y la fertilización asistida pasó a ser un recurso extraordinario gracias al que muchísimas parejas con dificultades para concebir han logrado ser padres. Lo que habría que tener es el respeto necesario por una técnica que no deja de ser invasiva y donde poner el cuerpo tiene sus enormes implicancias, muchas veces desconocidas por las propias mujeres que se someten a estos tratamientos.

Sobre este tema una noticia ha dado mucho que hablar en los últimos días; el ofrecimiento por parte de Apple y Facebook a pagar la criopreservación de óvulos a las empleadas que lo soliciten, en lo que presentan como una medida para atraer y mantener a las mujeres en Silicon Valley. Claro está que esta oferta tiene que ver con tentar a las mujeres a quedarse en la empresa durante los años más productivos de la carrera profesional, o sea: retener el recurso humano. Nadie puede dudar que deben haber hecho todos los estudios y proyecciones necesarios para concluir que esta medida es conveniente; lo cual probablemente sirva de antecedente para que otras empresas copien este proceder. Y resulta que la edad productiva coincide con la edad reproductiva. Y algo nos dice que el cambio cultural tiende a decidir postergar la maternidad y no la carrera laboral. Aunque para eso hay que poner el cuerpo ahora para un tratamiento y saber, además, que no es lo mismo la crianza de un chiquito a los treinta y pico que a los cuarenta y pico. Como en el futuro no será lo mismo ser abuela a los sesenta y pico que a los setenta y pico. Cuando la decisión es personal y meditada, el contar con la posibilidad de retrasar la maternidad es indudablemente un milagro que la ciencia ofrece y hay que agradecer. Ahora bien, cuando las empresas y el sistema comienzan a tentarnos con esta posibilidad y se va naturalizando algo que parece forzado por los retos de una industria ávida de jóvenes y productivos talentos, las preguntas de las implicancias a futuro son muchas. Estas líneas son sólo una invitación a reflexionar, para que seamos conscientes que estamos timoneando en el sentido de priorizar la empresa y lo laboral por sobre la familia, el propio cuerpo y lo privado.

Bronnie Ware, enfermera especialista en acompañamiento a pacientes terminales, en su libro The Top Five Regrets of the Dying, reunió las experiencias recogidas durante años de haber acompañado a cientos de personas en su tramo final. Como denominador común de las confesiones recogidas, un arrepentimiento que ocupa el primer puesto es “Ojalá hubiera tenido el coraje de hacer lo que realmente quería hacer y no lo que los otros esperaban que hiciera” seguido por “Ojalá no hubiera trabajado tanto”. Estas experiencias de personas que ya han vivido la vida pueden servir de brújula para que las decisiones que tomemos sean desde el propio deseo y no desde los códigos de una sociedad que prioriza el mercado y que, a fuerza de prueba y error, va delineando su rumbo –que es el nuestro-.


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