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¿Se puede ser más feliz?


Con esta inquietante pregunta, la psicóloga e investigadora Sonja Lyubomirsky, titula uno de los capítulos de su libro “La ciencia de la Felicidad”. Y, según las investigaciones que cita, hay estrategias sencillas que pueden ponerse en práctica de inmediato para llevarnos a percibir mayor bienestar y, por lo tanto, una vida más plena.

El primer paso para lograrlo es reconocer que la felicidad no es un “golpe de suerte” que debemos esperar, ni algo que se pueda buscar hasta encontrar. Por el contrario, es importante estar convencidos que depende de nosotros mismos y confiar en nuestras habilidades para sentirnos mejor. Con la convicción de que está en nuestras manos, podemos tomar diversos caminos para poner manos a la obra en la fascinante e incomparable tarea de conocernos y desplegar los recursos adecuados con el objetivo de percibir mayor bienestar en nuestra vida cotidiana. Según Lyubomirsky, “si quieres, puedes comenzar hoy y seguir el resto de tu vida”.

Sin embargo, algo hace que nos engañemos y sigamos sintiendo que la felicidad está en el afuera, en la realidad, en los demás, en lo que la vida nos trae –y no en cómo lo tomamos -. De esa manera, nos dejamos estar sin ser protagonistas (ni hacernos cargo) de nuestra oportunidad de “construir” una buena vida.

Es extraño. Lo que es tan obvio a la hora de cuidar nuestro cuerpo, no lo es a la hora de cuidar nuestra mente. Está claro que si queremos un cuerpo sano, vigilaremos la dieta comiendo alimentos que nos nutran y evitando los que nos hacen mal. Haremos, además, ejercicio físico sostenido. Si queremos estar fuertes físicamente, ejercitar la musculación es la única salida. Y, lo hagamos o no, nadie duda de su eficacia.

¿Qué nos pasa entonces a la hora de cuidar nuestra psique y nuestra mente? ¿Qué nos pasa que no nos decidimos a poner nuestra mente “a dieta”? ¿Porqué no elegir con qué la nutrimos, darle lo que sabemos que le da bienestar y la beneficia, reconocer las propias tendencias que nos dañan y dejar de alimentar lo que nos hace mal? La idea es tratar a la mente como si fuera un “músculo” más. Poner en práctica técnicas que nos ayuden a conocerla, decidir desactivar las creencias que la limitan, reconocer cuándo estamos reaccionando con un modelo viejo que ya nos hace mal son todas cuestiones que dependen de nosotros y que, dispuestos a dedicarle tiempo, nos llevarán a vivir más en sintonía con lo que entendemos por felicidad. En lugar de esto, solemos dar y darnos miles de argumentos por los que nos quedamos “enganchados” al malestar, al victimismo y a nuestras propias tendencias que nos dañan. Según los investigadores, lo que habitualmente nos atemoriza no es lo que nos traba para ser felices, ya que se ha demostrado que a la hora de sufrir contratiempos y tragedias, el ser humano tiene un poder de recuperación increible; lo más dificil es la perseverancia para ejercitarnos en las actividades y claves para ser felices en lo cotidiano, con lo que cada día nos presenta, con nosotros mismos y con lo que nos rodea. Ahí está el gran desafío. Una vez decididos y con esa intención podemos elegir la “gimnasia” que más nos guste para lograr una “mente en forma”. Sí, se puede ser más feliz. Se necesita convicción, ejercicio y constancia para lograrlo.


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