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Mucho más que dos


Un padre y un hijo viajan en auto, tienen un fatal accidente, el padre muere instantáneamente y al hijo lo trasladan de urgencia a un hospital de alta complejidad porque necesita urgente ser operado. En el hospital contactan a una eminencia médica para que lo atienda pero, al ver al paciente, dice: “no puedo operarlo, es mi hijo” ¿Cómo se explicaría este acertijo que puede encontrarse desde hace tiempo en libros que ayudan a activar el uso del pensamiento lateral?

Si no lo sabes, te invito a que te tomes unos minutos para contestarlo….

¿Lo hiciste? Más allá de tu respuesta lo interesante es que, la gran mayoría duda muchísimo. La respuesta más habitual: “es imposible, si el papá está muerto”. Hay personas que imaginaron un matrimonio gay. Otras que el padre que muere es en realidad un sacerdote. Hay quienes imaginan un padre biológico y otro adoptivo. Pocas, muy pocas personas, responden correctamente: la eminencia médica es su madre.

Los estereotipos de género nos acompañan históricamente. Y, como la frase que se atribuye a Albert Einstein “Es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio”. Parece que la sociedad ahora está preparada para desintegrar esa triste desigualdad de derechos que hizo estragos durante tantos años y no permitió que camináramos a la par con el sexo opuesto. Ha sido tan potente y tan histórico el estereotipo en el que hemos sido educados -y a la vez educamos- que hay muchísimos videos que dan cuenta de los sesgos cognitivos con los que aún se concibe a las personas. Un video publicado por la ONU y realizado por el movimiento heforshe muestra cómo en los primeros grados de un colegio primario le piden a los niños que dibujen a tres personas que los visitarían: un bombero, un cirujano y un piloto de aviones (en inglés los términos son de género neutro). 61 dibujos representaron hombres y sólo 5 a mujeres. Al entrar al aula, estas tres personas eran mujeres y se ve la cara de los niños soprendidos al recibirlas. No hay duda que el cambio es necesario, que comienza en la educación y en la primera infancia. Ya sabemos que a nadie le hace bien criar hijos con la expectativa que si es mujer sea una princesa que cuide su aspecto físico y que si es varón sea profesional exitoso y no muestre debilidades –por poner un ejemplo burdo- en lugar de educar personas libres que elijan con responsabilidad a qué dedicarse según sus propias habilidades y deseos. Personas que luego tengan las mismas oportunidades y derechos.

Hoy decimos basta al sesgo cognitivo que se ha creado a través de cientos, miles de años. Estamos “reprogramando” otro tipo de respuestas sociales a las que se han arrastrado tantísimo tiempo. Para vivir y compartir una sociedad más sana.

Tengamos en cuenta que el átomo no se desintegró de un solo intento y a fuerza de un golpe de alguien corpulento y forzudo. Ha sido necesario la vocación y decisión de muchas personas que, generación tras generación, dedicaron su vida a la ciencia y a la investigación. Cada científico se apoyó en los descubrimientos realizados anteriormente y avanzó a partir de ellos.

En ese sentido, es tiempo de honrar la historia que nos trajo hasta acá. Agradecer el compromiso de cientos de inmensas mujeres que en el pasado han abierto caminos. Honrar a las mujeres actuales que educan a conciencia y siguen abriendo espacios, comprometidas con lograr un mundo más pacífico y justo. Agradecer a los hombres que se suman. Celebrar a todas las que seguirán construyendo un mañana donde, finalmente, hombres y mujeres seamos cómplices y trabajemos juntos hasta que este átomo se transforme. Y que ese día, como dice Benedetti, podamos sentir que “en la calle codo a codo somos mucho más que dos”.


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